Sumisión por amor.



Por Laura Aguilar Ramírez

EFESIOS 5, 21-33
"21.Expresen su respeto a Cristo siendo sumisos los unos a los otros. 22.Lo sean así las esposas a sus maridos, como al Señor. 23.El hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual es asimismo salvador. 24.Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido, como la Iglesia se somete a Cristo. 25.Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. 26.Y después de bañarla en el agua y la Palabra para purificarla, la hizo santa, 27.pues quería darse a sí mismo una Iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santa e inmaculada. 28.Así deben también los maridos amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos: amar a la esposa, es amarse a sí mismo. 29.Y nadie aborrece su cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida. Y eso es justamente lo que Cristo hace por la Iglesia, 30.pues nosotros somos parte de su cuerpo. 31.La Escritura dice: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y los dos no formarán sino un solo ser. 32.Es éste un misterio muy grande, pues lo refiero a Cristo y a la Iglesia. 33.En cuanto a ustedes, cada uno ame a su esposa como a sí mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido."
Carta a los Efesios, 5 - Bíblia Católica Online

Este pasaje de la Biblia, siempre me confronta. Me gustaría desmenuzarlo para poder entenderlo y poder gozar de todo lo que implica.

Primeramente, nos habla de RESPETO A CRISTO.

¿Qué es respeto?
Respeto Actitud deferente con que se trata a la persona que se juzga digna de estima; reconocimiento y consideración hacia algo o, especialmente, por alguien, en razón de sus cualidades, méritos, oficio, dignidad o autoridad. Manifestar respeto es “honrar”. Diversas palabras de los idiomas originales transmiten la idea de otorgar honra, respeto o temor saludable a otros.
¿Porqué debo respetar a Cristo?
Porque Cristo es Hijo de Dios, por lo tanto, respetarlo es respetar a quien lo envió: Dios, su Padre y Padre nuestro, Dios creador, Dios todopoderoso, Dios eterno.

¿Sólamente por  éso? ¿porque nos creó?  No. Si pensara que es por ello que debo respetarlo, estaría equivocada. Dios nos creó por amor, nacido de su inmensa misericordia.

Cuando yo me doy cuenta de todo lo que Dios ha hecho por mí, ha hecho en mi vida, puedo darme cuenta del inmenso amor que me tiene. Y que tiene a cada uno de sus creaturas, especialmente a sus criaturas. No es lo mismo "crear" que "criar". Dios ha estado presente en todos los momentos de la vida humana.

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su propio Hijo, haciéndolo humano, permitiendo que sufriera su terrible Pasión. Pero en todo momento, Dios RESPETA al hombre. Le dió libre albedrio. Dios nos hace conocer cuáles pueden ser las consecuencias de nuestros actos, pero no interfiere en la decisión propia de hacerlos o no hacerlos.

Por éso Cristo padeció, murió por su propia decisión, haciéndose humano hasta la muerte. Y una muerte ignominiosa, clavado en una cruz como cualquier ladrón o malviviente, para participar así del plan divino de salvación del Padre para la humanidad.

SIENDO SUMISOS LOS UNOS A LOS OTROS
¿Qué es Sumisión?
Sumisión se refiere a la actitud que toman los individuos que se someten a la autoridad o voluntad de otras personas sin hacer cuestionamientos.

La palabra sumisión se origina del latín submissio, que significa “sometimiento”. Entre los sinónimos que se pueden emplear para referirse a sumisión están sometimiento, acatamiento, rendición, dócil y obediencia.

Las personas sumisas toman una postura de subordinación y acatan todas las órdenes que les dan sin hacer reproches o quejas, aun cuando están en desacuerdo con lo que deben hacer.
Si uno realmente es sumiso ante otra persona, es primero porque ésa persona me Respeta.
Y se es sumiso por propia decisión. Lo contrario, es sometimiento, forzar a alguien a hacer lo que ésa persona, desea.

Los hijos son sumisos a los padres, porque saben que les aman.
Los esposos son sumisos entre sí, porque se aman. El amor es respeto al otro entre otras muchas cosas.

Entonces, la sumisión nace del amor. Se sujeta a otro, por amor y por propia decisión.

Aterrizando ésto a la vida propia:

Si uno se sabe amado por Dios, uno desea hacer la voluntad de ése Dios amoroso, desea agradarle.
De igual manera, sucede en todas nuestras relaciones humanas:

Si un patrón es respetuoso, un empleado desea servirle correspondiendo a ése respeto. Respeto a su pago puntual, respeto a su horario laboral, respeto a las condiciones en las que trabaja, respeto a proporcionarle lo necesario para que pueda desarrollar su trabajo.

La manera en que un empleado demuestra su respeto, es cumpliendo con esmero su labor, siendo puntual, cuidando los materiales que le han sido proporcionados, cuidando su área de trabajo.

Si un padre es respetuoso con sus hijos, los hijos a su vez, desearán corresponder a ése amor. Un padre amoroso, respeta el horario de sus hijos para dormir, para estudiar, para jugar. Le proporciona lo necesario para que se alimente, se vista, viva decorosamente, en la medida de sus posibilidades. Le proporciona momentos de juego, le proporciona lo necesario para que estudie, aunque los materiales sean humildes.

Ese hijo, deseará a su vez, corresponder, estudiando, obedeciendo lo que le ordene porque sabe que lo hace por su bien.

Si un esposo es respetuoso con su esposa, su esposa deseará corresponder a ése amor. Un esposo amoroso, respeta a su mujer, no la golpea, no la insulta, no le impone su autoridad a base de fuerza. La sostiene emocionalmente, la escucha y toma en cuenta su opinión.

Entonces, la esposa en correspondencia, tratará de ayudarle de la mejor manera posible, respetará sus posesiones, las cuidará, lo tomará en cuenta sobre lo que desea hacer, entenderá cuando no es posible que su esposo le proporcione todo lo que ella desea, agradecerá lo que se le brinda porque valora el esfuerzo que hace por brindarle lo que le es posible.

Eso, según mi entender es el "ser sumisos los unos con los otros"

Conozco parejas que siendo novios, no se respetan el uno al otro. No respetan sus tiempos de trabajo, no respetan a sus amigos, a sus familiares.
Conozco parejas que siendo novios, se golpean, se insultan. Un insulto duele aunque sea jugando. Decía mi madre que "juego de manos, es de villanos". Empiezan jugando, diciéndose malas palabras y terminan peleando.

Conozco parejas que siendo novios, no respetan la forma de vestir o de maquillarse de uno y del otro. Cuando somos novios, tratamos de agradarle al otro. Aceptamos una crítica positiva, siempre y cuando no se nos trate de imponer, siempre y cuando se respete lo que somos.

Tuve un novio que me invitó a una discoteque, por ejemplo. Me arreglé lo mejor que pude. Y cuando llegó mi dichoso novio, me dijo tan campante: "no me gusta que te pintes".
-Ah, caray. ¿Y porque no te gusta?
-Porque las mujeres que se pintan, parecen payasos- me respondió- ¿A tí te gustaría que yo me pintara?
-Pues si te agrada hacerlo, hazlo-conteste.

El, tomó mis pinturas y se pintó. Y así, pintado nos fuimos a la discoteque.
Por supuesto, que ése noviazgo terminó tan pronto como había empezado. Porque el que una mujer se maquille, es parte de su naturaleza, porque es decisión suya el hacerlo. Pero el que un hombre lo haga, es cosa distinta.

No somos iguales en cuanto al rol que corresponde a cada uno, aunque si somos iguales en el respeto y dignidad que merecemos y que tenemos.

Yo respeté su decisión de pintarse, aún  cuando lo hizo como una manera de forzarme a no hacerlo yo. No me avergoncé de que fuera conmigo así. Porque como uno desea ser tratado, debe tratar al otro.

Y el que no me respetara, ni valorara mi esfuerzo por agradarle, definitivamente me indicó que no me respetaba y que ése noviazgo, de llegar al matrimonio, sería un fracaso.

Nadie o por lo menos yo, no empezaba un noviazgo con la mira de que fuera infinito, sino con la finalidad de encontrar a la persona con la que iba a compartir mi vida. Esto, nacido de la vocación al matrimonio que tengo y que Dios infundó en mí para mi bien y para el bien de la sociedad.

Esto nos lo dice Jesús en boca del evangelista San Lucas
Lucas (14,25-33):

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
De tal manera, que cuando encontré a una persona que me respetara, valorara, cuidara y que estuviera dispuesto a responder de sus actos, tal como yo lo hacía con él, me casé.

Tenemos mi esposo y yo, 37 años de casados. Y en´ ésos 37 años, hemos pasados buenas, malas y peores. Hemos estado en la salud y en la enfermedad. En la pobreza y en la riqueza.

Hemos criado a nuestros hijos juntos, educado juntos. Hemos discutido y hemos perdonado.

No me siento una mujer sufrida, aunque el sufrimiento ha sido parte de nuestro matrimonio:
juntos lloramos la muerte de una hija, juntos perdimos una casa y un negocio.

Me he sometido a mi esposo, por amor y por decisión propia, aún cuando muchas veces no he estado de acuerdo en sus actos.

Valoro mucho el esfuerzo que hace trabajando, tratando de proveer a la casa el sustento. Valoro más, el amor con que ha tratado a nuestros hijos. He disfrutado mirándolo jugar con ellos, reir con ellos.

Nuestros hijos, pueden estar seguros de una cosa: su padre los ama, con un amor entregado. Y éso no pueden presumirlo muchas personas, desgraciadamente.