Patronas y sirvientas

Por Laura Aguilar Ramírez
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Acabo de tener una experiencia que me abrió los ojos ante una problemática más de éste mundo en el que la mujer y el hombre actuales, vivimos: conseguir ayuda eficaz para su hogar.

Sucede que conseguí trabajo ayudando a limpiar una casa. Este trabajo ya lo había desarrollado antes y francamente, me gustó hacerlo.

La primera vez, ayudé a una señora que tenía un hijo cuadrapléjico y con retraso mental, además de una madre enferma de alzheimer.
Ella tenía una casa grande, además de otros hijos. Y con ella trabajé muy agusto.

Después, ayudé en la casa de una maestra de inglés, con dos hijos. Y también trabajé muy agusto. La señora trabaja sólo algunos días a la semana y por horas

El primer trabajo se terminó porque los hijos de la señora, que vivían en Estados Unidos llegaron de vacaciones y les molestaba el ruido de la empleada doméstica haciendo el quehacer. Es lógico, ellos venían de vacaciones y la vida de la familia se altera.

En el segundo trabajo, vendieron la casa y se fueron a otra colonia lejana.

Pero en ésta ocasión sólo trabajé una semana. Con una señora que cambia de sirvienta constantemente. Es una persona que trabaja hasta las 3 de la tarde, su esposo y su hijo laboran de noche y duermen de día.

Total, que no hay tiempo de hacer el quehacer en la parte alta, porque es molesto el ruido de la aspiradora, además de que el dinero para hacer la comida, lo dan a la una o una y media de la tarde cuando se levanta el esposo y no da tiempo de limpiar los cuartos y preparar la comida antes de las 2 de la tarde en que llega una nieta a comer.

La casa está toda desordenada, tardé dos días para darme cuenta de donde estaban las cosas, tuve que hacerlo sóla porque no hay nadie que la vaya a uno orientando

Esto lógicamente, trastorna a la señora porque ella pretende que su casa funcione a la perfección.
Y reflexionando en la noche sobre qué hice mal, me dí cuenta de que yo hice todo lo que sé hacer, que puse mi mejor esfuerzo, que limpié la casa como nunca se la habían limpiado, que no pude hacer nada más y dudo que haya alguna sirvienta que pueda hacerlo, simplemente porque ésta señora no se ha dado cuenta que una sirvienta es alguien que AYUDA en el quehacer, la comida, cuidado de la ropa, etc. pero NO SUPLE A LA SEÑORA DE LA CASA.

Para que una casa funcione tal como el ama de casa desea, necesita estar ella para dirigir todo. Ninguna sirvienta va a hacer las cosas como ella y nunca va a tener todo como ella porque no es su casa, no es su esposo y no son sus hijos.

Esto es el meollo de ésta reflexión.
La mujer ha tenido o decidido salir de casa para trabajar, para ayudar en el gasto o sostenimiento del hogar, pero se enfrenta con una problemática tremenda:
Desea ayudar a su esposo, desea algo mejor para sus hijos, sale a trabajar buscando éso. Y muchas veces se encuentra con que su casa se queda vacía, con un vacío que sólo ella puede llenar.

Esta señora trabaja desde hace mucho tiempo. Sus hijos crecieron sin su presencia, sin juegos, en una casa que cada vez se llenaba más de muebles lujosos y de cosas, pero en la medida que los lujos y el exceso de todo crecía, el vacío y la distancia entre ellos crecía también.

Cuando le dije que no era yo la persona que ella necesita, le dije la verdad. Siempre le pido a Dios antes de salir de casa que ponga en mi boca la verdad y lo que El desea que diga.

Ella, al igual que muchas mujeres como ella, necesitan algo que ninguna sirvienta va a darles: estar en su casa, al pendiente de sus hijos, de sus labores.

Ella es muy detallista, se nota en su casa que es muy delicada. Se nota que le gustan las cosas bellas. Y nadie, puede cuidar de todo éso como ella lo hace, porque para una sirvienta son sólo fotos, cuadros, muñecos o "cosas". Para ella, son recuerdos, regalos que aprecia y ama.

Es por éso que pienso que es un gran problema de la mujer actual. Sale a trabajar para dar a su familia una vida mejor, pero consigue vivir en una casa llena de cosas bellas, que nadie disfruta. Un bello comedor en el que nadie se sienta, una hermosa sala que pocas veces se usa.

Eso, necesariamente causa frustación y si como en éste caso, se acumula por años, causa separaciones, divorcios físicos o espirituales. Parejas que viven juntas pero a las que separa un gran vacío. Vacío que sólo Dios puede llenar.

Las dos primeras mujeres a las que ayudé en sus labores domésticas, eran cristianas, creyentes y asiduas a una iglesia.
Esta última señora, hace mucho se alejó de la iglesia, hace mucho dejó la fé .

Viven alejados totalmente de Dios. Creen, porque ví restos de su antigua fé, pero no viven su fé, no asisten a la iglesia, no oran. Han prescindidos de Dios totalmente.

Y se nota. Se nota en su casa apolillada. Se nota en su casa que huele a encierro. Se nota en su casa llena de moho. Se nota en su casa donde nada está en su lugar.
Porque nadie puede llenar el lugar del ama de casa en su casa, en el corazón de sus hijos, en el corazón de su esposo.

Porque como dice Cristo en Juan 10:12
Jesús, el buen pastor
…11Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. 12Pero el que es un asalariado y no un pastor, que no es el dueño de las ovejas, ve venir al lobo, y abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. 13El huye porque sólo trabaja por el pago y no le importan las ovejas.…
A mí me gusta mi trabajo. Ayudar a las mujeres en sus labores domésticas; ayudarles a tener una mejor vida, teniendo su hogar limpio; ayudarles a cocinar, lavar, planchar, es algo bonito

Lo he hecho desde niña. Ayudaba a mí tía a hacerlo. Después a mi abuelita y a otras tías.

Una mujer con casa grande y con hijos, siempre necesita ayuda. Pero ayuda, no alguien que la supla en sus labores porque éso es imposible.

¿Será ésta una razón por la cual, muchas parejas se divorcian si es que se casaron, o se separan si simplemente se unieron?

¿Será ésa frustración de la mujer la que ocasiona tantas separaciones, tantos hijos que crecen sólos, tantos disgustos en las parejas o matrimonios?

El problema no es que tengan o no ayuda doméstica, el problema está en ellas.

La sirvienta siempre ha existido, pero su función ha cambiado.

Antes, era el ama de casa la que estaba al pendiente de todo y la sirvienta la ayudaba en lo que ella deseaba. Recuerdo las viejas películas en donde no faltaba la sirvienta, que era casi parte de la familia porque duraban muchos años en una casa.

En la actualidad, somos personas que limpiamos una casa y punto.
Si en ésa casa, existen problemas no son causados por la sirvienta, sino por la ausencia de... de la mujer, del hombre, de los hijos, etc.

Con tristeza me alejé de ésa casa, donde poco a poco todos se alejan. Tanto, como ellos se han alejado de Dios.

Cuando uno no está cerca de Dios, todo sale mal. No hay dinero, lujos o cosas bellas que llenen ésa distancia. Sólo Cristo es capaz de llenarlo, con su cruz.

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Y la cruz que todos debemos cargar, tal como Cristo hizo y nos dijo que hiciéramos, puede ser el renunciar a un trabajo para estar al pendiente de los hijos.
Puede ser el renunciar a horas de sueño para limpiar la casa antes de ir al trabajo.
Puede ser el renunciar a lujos, para atender mejor a la familia.
Puede ser el renunciar a algunas cosas para pagar a alguien que ayude con la limpieza, mientras nosotras cuidamos del esposo y los hijos.

Pueden ser tantas cosas, pero sólo es una: renunciar a algo que nos es placentero, renunciar a algo que nos es "necesario" según nosotros, para abrazar lo que nos es indispensable a los ojos de Dios.

Aquí dos santas: Santa Marta, patrona de sirvientas, amas de casas, etc. y Santa Zita sirvienta por 48 años.

SANTA MARTA (patrona de las sirvientas)
 santos
Festividad: 29 de julio
Siglo I. hermana de San Lázaro y Santa María Magdalena, por su solicitud y actividad en el servicio de Jesucristo, Nuestro Señor, es invocada como protectora especial de cosas urgentes y difíciles, ya que ella obtuvo con sus súplicas la resurrección de Lázaro.
Patrona: cocineras, sirvientas, amas de casa, hoteleros, casas de huéspedes, administradores de hospitales, escultores, pintores, lavanderas, de las hermanas de la caridad, moribundos, del hogar.
(Fuente: Patron Saints Index)

Es a ella a quien el Señor le diría “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada”.

A Santa Marta se le representa vestida de azul o verde, con una cruz, un delantal y portando unas llaves. Ella está en actitud de servicio y con un dragón a sus pies.

Esta discípula de Jesús es generalmente invocada por los fieles para pedir su protección ante las cosas urgentes y difíciles, pues fue a través de sus súplicas que obtuvo la resurrección de su hermano Lázaro.

La santa que siempre mostró un gran afán de servicio, es también implorada para que ayude a los fieles a desempeñar sus deberes cristianos con diligencia y responsabilidad.

SANTA ZITA (sirvienta)

Una sencilla sirvienta del hogar. Desde los 12 años hasta su muerte sirvió en casa de los Fatinelli de Lucca (Italia), siendo a veces humillada y criticada por ellos. Mereció, no obstante, su respeto gracias a la sincera devoción y a la entrega a su trabajo. El Señor le favoreció con el don de los milagros y carismas extraordinarios. El culto a la sierva de Dios comenzó poco después de su muerte en 1272. Su tumba en la iglesia de San Fridiano fue objeto de veneración y peregrinación por toda clase de gente.

Canonizada en 1696, su nombre entró en el calendario Romano en 1748. Desde Italia su culto pasó ya desde la edad media a todas partes de Europa, sobre todo dentro de las clases populares. Muy vinculada a las asociaciones de jóvenes del servicio doméstico.

Historia

Santa Zita nació en Lucca (Italia), en 1218, de una familia campesina pobre, pero muy piadosa. De pequeñita, bastaba que la mamá le dijera:
"Ésto agrada a Dios"
Para que la niña lo hiciera. Y bastaba decirle:
"Ésto no agrada a Nuestro Señor"
Para que dejara de hacerlo. A los 12 años, a causa de la pobreza de la familia tuvo que emplearse de sirvienta en una familia rica. El consejo que le dio la mamá al despedirse de ella fue ésto:
"En tus acciones y palabras debes pensar: ¿ésto agradará a Dios?"
Fue un consejo que le ayudó muchísimo a comportarse bien. El jefe de la familia donde Zita fue a trabajar, era de temperamento violento y mandaba con gritos y palabras muy humillantes. Todos los empleados protestaban por este trato tan áspero, menos Zita que lo aceptaba de buena gana para asemejarse a Cristo Jesús que fue humillado y ultrajado. Las demás empleadas le tenían enviada y la humillaban continuamente con palabras hirientes. Pero jamás Zita respondía a sus ofensas ni guardaba rencor o resentimiento. Los obreros se disgustaban porque ella demostraba aversión a las palabras groseras y a los cuentos inmorales. La tildaban de "besaladrillos" y de "beata". Pero con el correr de los años, todos se fueron dando cuenta de que era una verdadera santa, una gran amiga de Dios.

Era la más consagrada a sus oficios en toda esa inmensa casa y repetía que una piedad que lo lleva a uno a descuidar los deberes y oficios que tiene que cumplir, no es verdadera piedad.

Un hombre quiso irrespetarla en su castidad, y ella le arañó la cara, y lo hizo alejarse. El otro fue con calumnias ante el dueño de la casa y éste la insultó horriblemente. Zita no dijo ni una sola palabra para defenderse. Dejaba a Dios que se encargara de su defensa. Y después se supo toda la verdad y el patrón tuvo que arrepentirse del trato tan injusto que le había dado y creció enormemente su aprecio por aquella humilde sirvienta. El dinero de su sueldo lo gastaba casi todo en ayudar a los pobres. Dormía en una estera en el puro suelo porque su catre y colchón los había regalado a una familia muy necesitada.

Un día en pleno invierno con varios grados bajo cero, la señora de la casa le prestó su manto de lana para que fuera al templo a oír misa. Pero en la puerta del templo encontró a un pobre titiritando de frío y le dejó el manto. Al volver a casa fue terriblemente regañada por haber dado aquella tela, pero poco después apareció en la puerta de la casa un señor misterioso a traer un hermoso manto de lana. Y no quiso decir quién era él. La gente decía:
"Un ángel del Señor vino a visitarnos"
Un día llevaba para los pobres entre los pliegues de su delantal, todo lo que había sobrado del almuerzo, y por el camino se encontró con el furioso jefe de la casa, el cual le preguntó:
"¿Qué lleva ahí?"
Ella abrió el delantal y solamente apareció allí un montón de flores.

En época de gran escasez y hambre, Zita repartió entre los más pobres unos costales de grano que había en la despensa. Cuando llegó el furibundo capataz de la casa a contar cuántos costales de grano quedaban en el granero, la santa se puso a rezar a Dios para que le solucionara aquel problema. El hombre encontró allí todos los costales de grano. No faltaba ni uno solo. Y nadie se pudo explicar cómo ni cuándo fueron repuestos los que la joven había repartido entre los pobres. Cuando le quedaba un día libre, lo empleaba en visitar pobres, enfermos y presos, en ayudar a los condenados a muerte.

Estuvo 48 años de sirvienta, demostrando que en cualquier oficio y profesión que sea del agrado de Dios, se puede llegar a una gran santidad. Murió el 27 de abril de 1278. Fueron tantos los milagros que se obraron por su intercesión que el Papa Inocencio XII la declaró santa. Y su cuerpo se conservaba incorrupto cuando fue sacado del sepulcro, más de 300 años después de su muerte. Todavía son miles y miles los peregrinos que van a visitar el sepulcro y el templo de Santa Zita. Y ella sigue dándonos esta gran lección:

Que en un trabajo humilde se puede ganar una gran gloria para el cielo

Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Zita_4_27.htm