Dudé un poco para compartirlas, porque trato de que todo lo que se comparte en éste blog esté adecuado a la Palabra de Dios y a su Iglesia.
Pues bien, éstas bellas viñetas son realizadas por hermanos separados evangelitas. Por éso dudé en compartirlas, pero finalmente lo hice porque están llenas de sabiduría en cápsulas pequeñas y adecuadas para niños.
Esto me llevó a pensar porqué personas que son capaces de crear algo tan bello, de buscar en la Biblia o palabra de Dios tanto, que tienen tan buenas intenciones, que realizan muchas obras entre las personas, estén tan lejos de Dios.
Y no tardé en encontrar la respuesta: falta de humildad.
Esto lo encontré también al buscar la imágen necesaria para el artículo que deseo compartir. Así es como a veces el Espíritu santo me ilustra, me guía, me reconviene.
Acostumbro pedir su guía en todo, porque me he dado muchos cabezasos por creer que soy capaz de hacer todo y hacerlo bien. Muchas veces pienso que mi manera de hacer las cosas es la correcta e incluso puedo llegar a enojarme con los demás porque lo hacen de una manera distinta.
Así que encontré pensamientos sobre la humildad "casualmente" como diría antes de conocer de Dios. Ahora digo que por "dioscidencia", porque Dios así lo quiso, porque El me guía de la manera que puedo entender.. Me da mi cucharada de "ubicatex" através de personas, imágenes, frases o buscando artículos para compartir en ésta página.
Y me dí cuenta porqué éstos grupos de hermanos separados que hacen tanto bien con sus obras, han crecido tanto. Me dí cuenta porqué pareciera que la Iglesia que Cristo fundó, la iglesia católica pierde terreno ante la oleada de hermanos separados que parece tienen prisa.
Por ejemplo, tenemos 16 años tratando de hacer una capilla en mi comunidad. Gracias a Dios ya tenemos la construcción, con imágenes que se han ido comprando poco a poco. Pero nos falta muchísimo para ver medianamente terminada ésta labor.
Y en ése mismo tiempo, he visto surgir como 4 templos protestantes. En meses construyen un templo, lo llenan de bancas y se ponen a cantar alabanzas. Y pronto, empiezan a repartir comida, juguetes, ropa, etc. entre las personas, con lo cual atraen a muchos a ésos templos.
Pudiera entonces parecer que hacen mucho bien. Pero yo creo que alejan a las personas de Dios.
Preguntando a Dios porqué es así, porqué personas que tienen tan buena voluntad y que hacen tantas obras buenas, están equivocadas, encontré que es por falta de humildad.
La mayoría de los hermanos protestantes niegan que Cristo esté en la hostia. También niegan que los sacerdotes pueden escuchar confesiones y tengan el poder de perdonar pecados .
Se preguntan ¿cómo van a confesarse ante un hombre y pecador, cuando sólo Dios es digno de escucharlos en confesión?
Eso es soberbia. Y éso es resultado de la entrada del pecado en el mundo por medio de Satanás que pecó contra Dios por soberbia.
Dudar de que un hombre, por muy pecador que sea, no pueda perdonar los pecados es dudar de la misma palabra de Cristo que les dió ése poder y ésa misión. Por supuesto que los sacerdotes son pecadores como todos nosotros. A diferencia de los sacerdotes de los tiempos de Cristo, que se creían divinos, los sacerdotes de Jesús saben que son pecadores y que es la Gracia de Dios quien através de ellos, perdona los pecados; que es por la Gracia de Dios que ellos son instrumentos para escuchar confesiones.
Se preguntan ¿cómo pueden creer que Cristo esté en una hostia? El está en los hermanos, en los seres humanos que necesitan tanto.
Dudar que Cristo esté presente con toda su divinidad, cuerpo y sangre en la hostia, es dudar de su palabra. Palabra que dijo en la última cena, antes de ser apresado y ser llevado a vivir su Pasión en la cruz en el Jueves santo.
Cristo quiso quedarse en algo tan humilde como el pan y el vino, de una forma tangible porque Dios no necesita de signos para manifestarse, pero es tan sabio que conoce nuestra debilidad por ver para creer.
Y Jesús humildemente se quedó con nosotros en una forma tan sencilla. Tal vez nuestros hermanos separados desean buscar a Dios haciendo grandes obras. Tal vez necesiten verlo en grandes cosas. Pero él decidió quedarse en la sencillez del pan y el vino en un gesto de humildad que sólo los pequeños y sencillos de corazón pueden reconocer.
La vida de Jesús puede resumirse en una palabra: Humildad. Humildad en su nacimiento. El, el rey, el más grande humano que ha pisado ésta tierra, el hijo de Dios que comparte con El, su divinidad nació en la humildad de un pesebre.
El hijo de Dios y Dios mismo, vivió en una humilde aldea. El hijo de Dios y Dios mismo, nunca salió de Israel y sin embargo, su mensaje ha llegado hasta el último confín del mundo.
El hijo de Dios y Dios mismo, murió en una cruz como morían los peores asesinos y ladrones de su tiempo, sin haber pecado, siendo inocente, llevando a ése extremo su humildad (recordemos que humildad significa humillación) El se humilló hasta lo más profundo para salvarnos.
La humildad de Jesús vence a la soberbia de Satanás.
Cristo se llama a sí mismo, "el hijo del hombre". Se hace hombre por amor a los hombres y es Dios por su naturaleza divina.
Satanás se llama a sí mismo, "el lucero más bello".
La humildad de Jesús que es el camino, la verdad y la vida, no sucumbe ante Satán que desea honores y reconocimientos. Satanás tentó a Adán al hacerle creer que sería como Dios.
Cristo, a diferencia de Adán, venció ésa tentación.
Por ello, es el Salvador, el Mesías anunciado y esperado.
Y a su lado, la Virgen de la cual nació. Quien es coredentora, por su obediencia. Eva pecó de desobediencia al comer del fruto del árbol prohibido. María con su obediencia dió paso a la llegada del Salvador, del Cristo, del Mesías.
Por ello, Cristo y María son los nuevos Adán y Eva que restituyen el Paraíso perdido con su obediencia y humildad.
Creerse que somos más grandes que Dios, que el hombre necesita de comida, vestidos, doctores y demás como creen nuestros hermanos separados que hacen tantas obras de éste tipo y que en ello fundan sus actividades de evangelización, es dudar de la palabra de Dios que nos dice en Mateo 6,24-34:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?Esto no quiere decir que no se haga labor social en beneficio de los necesitados. De hecho, la Iglesia católica está presente entre los necesitados como bien se puede ver en sus muchísimos santos que han actuado a favor de los pobres y desvalidos, sino que se pide a Dios por ellos, para que El llene sus necesidades y proporcione lo que se requiera. Se confía todo a Dios y Dios provee.
»Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».
No son las obras las que salvan, sino la confianza y abandono total en Dios. El pedir en todo, para todo a Dios y esperar a que nos sea dado.
Confiar en que Dios tiene su modo que no es el nuestro, su tiempo que no es el nuestro para dar respuesta a nuestras peticiones.
Todo ello no porque sea un Dios displicente y deseoso de alabanzas, o porque le guste ver al hombre humillado, sino porque en su inmensa sabiduría conoce que es lo que necesitamos para vencer nuestra inclinación al pecado.