La oscuridad y total soledad

Por Laura Aguilar Ramírez

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Estaba un muchacho pasando por un mal momento. Caminaba por la calle tristemente, sin saber para dónde ir.

De pronto, un gran letrero le atrajo: "Deje de sufrir"

Deseando encontrar un poco de paz, decidió entrar. Lo que vió le gustó mucho: personas muy amables, que parecían dispuestas a escucharlo y a hacerlo sentir bien.

Encontró personas con las cuales divertirse, jugar.

Pero éso duró poco. Al lado de la mesa de juego, había montones de dulces y chucherías para comer. Por supuesto, se vendían.

Las fiestas no faltaban, pero por supuesto no eran gratis. Había que hacerlas uno mismo, comprar todo uno mismo.

Tampoco faltaban los paseos, pero por supuesto no eran gratis. Había que llevar a todos, compartir con todos, pero a la hora de pagar, misteriosamente se encontraba sólo, por arte de magia, se habían evaporado.

Empezaba a cansarse de todo ello. Pero cuando ya estaba por botarlo, porque la soledad que sentía era mucho mayor que la tenía cuando entró siguiendo el atractivo letrero, una luz brilló en medio de tanta oscuridad.

Una vocecita inocente, entró en su corazón y logró entibiarlo.

Durante otro tiempo continuó acudiendo al lugar, ya no tanto por los juegos y fiestas que de todas maneras, le eran cobradas y a un precio muy alto.

La vocecita que parecía inocente, no era más que un anzuelo para evitar que dejara el sitio.

Cuando finalmente decidió alejarse, la vocecita trató de retenerlo, pero había llegado a comprender que no era la voz que deseaba escuchar, que no era lo suficientemente fuerte para retenerlo.

Había llegado al fondo de su soledad.

Esto que parece una historia, un cuento, es una historia verdadera.

¿Cuántas veces nosotros mismos hemos pasado por algo así? Es como cuando nos damos cuenta de que algo no es lo que necesitamos, pero continuamos porque es más cómodo, porque es más sencillo, porque la costumbre es más fuerte que el amor según dicen.

Y se llega a un vacío terrible, a una soledad interior que te deja helado. Te sientes incapaz de volver a vivir, te sientes incapaz de
remontar el vuelo.

Hace tiempo, leí un libro "Ascensión al infierno" de Andrew M. Greeley que me hizo mucho bien cuando lo leí. Estaba pasando por un momento parecido, si bien no en las circunstancias, si en lo espiritual, en el sentimiento.

El libro habla de un sacerdote que subía en el ámbito eclesial, pero en lo espiritual descendía cada vez más, hasta llegar a hundirse totalmente.

La fé que aún restaba dentro de él, lo ayudó a salir.

Salir de éste lugar es muy difícil. Pero será necesario hacerlo si se quiere mantener la cordura.

Así nos sucede muchas veces. Mientras más se asciende en lo material, más se hunde uno en lo espiritual.

Sólo la misericordia de Dios es capaz de penetrar tan helado y oscuro lugar. Basta con pedirlo. Basta con desearlo. Basta tan sólo un pequeño guiño a Dios para que él se haga presente, pues nunca ha estado lejos.



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