Por: Poli Sanchez | Fuente: Religión en Libertad
Un nuevo estudio que ha durado dos años en Estados Unidos ha descubierto las principales causas del abandono del ámbito religioso entre los adolescentes.
El estudio fue publicado por St. Mary´s Press y el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado de la Universidad de Georgetown (CARA) bajo el título de "Going, Going, Gone! The Dynamics of Disaffiliation in Young Catholics" (Me voy, me voy, me fui. Las dinámicas de desafiliación en los jóvenes católicos). El 74% de los 214 ex-católicos entrevistados aseguró que había dejado la Iglesia entre los 10 y los 20 años.
Preguntas trascendentales desde niños
“Hemos oído que los jóvenes comienzan a tener dudas y preguntas trascendentales muy pronto, entre los 10 y los 11 años, algunos incluso más pequeños”, ha asegurado John Vitek, uno de los principales autores del estudio. Vitek, presidente y director de St. Mary´s Press (www.smp.org), ha declarado a la CNA que esto puede resultar sorprendente para muchos adultos “porque muchos de estos jóvenes nos explicaron que nunca habían hablado de estas preguntas con sus padres o sacerdotes”.
Muchos de los jóvenes ex-católicos entrevistados, un 35% exactamente, se declaran ahora como personas sin afiliación religiosa. Sin embargo, tan solo un 14% se dicen ateos o agnósticos. Estos jóvenes sin afiliación religiosa denominados “Nones” en EEUU son cada vez más numerosos.
Los investigadores del CARA citan otro estudio de 2015 en el que se demuestra que 19 millones de adultos en EEUU se han declarado “Nones” entre 2007 y 2014.
Aunque la gran mayoría de antiguos católicos son “Nones”, Vitek ha especificado que “muchos de los jóvenes que pertenecen a los “Nones” aún siguen creyendo en Dios y buscan una comunidad religiosa a la que afiliarse.
Razones para dejarlo
Los investigadores del CARA han identificado ciertos patrones entre las declaraciones personales de los participantes y han encontrado tres arquetipos entre ellos:
los “heridos”,
los “dejados”
y los “disidentes”
Uno de los jóvenes explicó a los investigadores que, pese a que toda su familia rezó, su abuelo murió de cáncer de pulmón. “Todo el mundo estaba rezando por él, casi más de 150 personas. Cuando vi que no sirvió para nada, me empecé a volver escéptico”.
Los “dejados” son aquellos que tenían problemas para conectar sus creencias religiosas con sus experiencias concretas en el mundo.
Acababan preguntándose qué importaba ser católico o no y finalmente dejaban la Iglesia. Los investigadores advirtieron que la influencia del entorno familiar era una de las principales razones de los “dejados” para abandonar la Iglesia.
Poco a poco abandonan sus costumbres religiosas y se mundanizan.
Finalmente, es en los "disidentes” en los que los investigadores encontraron un rechazo más activo hacia la Iglesia. Estos jóvenes explicaban que desacuerdos en temas polémicos como los matrimonios del mismo sexo o los métodos anticonceptivos precipitaron su abandono.
¿Y los escándalos sexuales del algunos clérigos, o los abusos sexuales? Cabe destacar que tan solo un 2% dijo haber dejado la Iglesia por escándalos sexuales.
Es importante animar a los jóvenes y adolescentes a plantear sus preguntas con libertad
Un lugar abierto a las preguntas
Sin embargo, estos arquetipos se pueden mezclar. “Un joven puede tener una mala experiencia al principio que les haga sentir mal, o rotos”, ha dicho Vitek. “Después, ese mal sentimiento puede hacer que la persona comience a ser escéptica, y eso, finalmente, lleva a que dejen la Iglesia”.
Los jóvenes ex-católicos tenían distintos grados de unión con la Iglesia. El 28% reconoció a CARA que casi nunca iban a la Iglesia cuando se decían católicos. Tan solo un 17% iba semanalmente. Tres cuartos de los encuestados nunca fueron a un colegio católico. El 87% no piensa volver jamás a pisar una iglesia.
“Esto es cierto”, apuntó Vitek. “Los estudios demuestran que cada vez más gente que abandona la Iglesia Católica lo hace para siempre”.
Sobre qué puede hacer la Iglesia Católica para evitar el abandono masivo de los jóvenes, Vitek recomendó: “Necesitamos crear un lugar donde los jóvenes puedan expresar sus dudas y preguntas sobre la Fe sin miedo a ser juzgados”.
¿Por qué se alejan
los jóvenes de la Iglesia?
El siglo XXI, o es un siglo religioso, o no será en absoluto Por: Varios | Fuente: Catholic.net
Ante todo, se puede responder viendo algunos hechos concretos. Si observamos detenidamente los multitudinarios encuentros que ha tenido el Santo Padre con la juventud, y en especial en este año jubilar, nos damos cuenta que la juventud no se aleja de la Iglesia.
Por otra parte, no podemos olvidar el gran porcentaje de chicos y chicas que en las últimas décadas se han apartado de la Iglesia. Sin embargo, esto no quiere decir que la Iglesia los haya perdido. El materialismo y el libertinaje que se acentúan en nuestra sociedad, son las principales causas de este alejamiento.
Por otra parte, nos encontramos con un factor curioso, dado que los jóvenes que, en cierta etapa de su existencia dejan de lado la vida en la Iglesia, con el paso del tiempo regresan a ella, al darse cuenta de que no hay otra verdad mas que Cristo y su Iglesia.
Podemos decir que el joven, por su dinamismo y vitalidad, responde rápido a la llamada de evangelizar a los que no conocen a Dios. Así, nos encontramos con fuertes y sólidos grupos parroquiales, misioneros jóvenes, catequistas... aquí hay que tener en cuenta, también, la vida de oración.
No se puede ir por la vida simplemente con un activismo pragmático. Hay que saber compaginar bien la acción con la oración.
Esto depende de la Iglesia y más concretamente del sacerdote. Allí donde hay un sacerdote santo y celoso, por lógica se encuentra una juventud santa e intrépida, capaz de olvidarse de sí misma para entregarse al prójimo sin medida.
Pero por el contrario, allí donde parece que la Iglesia ha perdido a la juventud, quizás la clave para superar esta escasez está en intensificar la unión con Dios, para que una vez que el joven llene su corazón de Dios, sienta un fuego que le queme y le haga transmitir su experiencia a los demás.
La Iglesia no ha perdido a los jóvenes. Sólo habría que recordar Denver, Manila, Santiago de Compostela, y la historia personal de tantos jóvenes que, cansados de una vida sin Dios buscan desesperadamente alguien que les habla de Él. Ese alguien se llamaba Juan Pablo II, por eso le siguieron. Basta con ver los encuentros del Papa con los jóvenes para darse cuenta de la sed que ellos tienen de seguir ayudando a la Iglesia.
Más bien sería la juventud la que ha perdido a la Iglesia. Es cierto que en las últimas décadas la sociedad ha sufrido una profunda revolución. Las ideologías materialistas y ateas de principios de siglo, la confusión de los años sesenta y la provocada por algunas interpretaciones erróneas del mensaje del Concilio, etc., han ido dando paso a una sociedad cada vez más secularizada, en la que Dios ha quedado al margen. Los jóvenes de hoy sufren las consecuencias de esta falta de jerarquía de valores, de la pérdida de lo trascendental, y se alejan, efectivamente, de la Iglesia.
Pero también podemos sentir la nueva primavera de la Iglesia, que viene de la mano precisamente de los jóvenes. Ellos se sienten hastiados de un vacío existencial que no les ha llevado a nada, y se comienzan a volver a la fe en espera de una respuesta más trascendental. No debe dejar de llamar la atención los encuentros masivos del Papa con los jóvenes, el incremento de los misioneros y el todavía tímido pero creciente aumento de las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal.
Alguien dijo una vez que “el siglo XXI, o es un siglo religioso, o no será en absoluto”. Creo que esto se aplica de manera especial a los jóvenes.
¿Por qué los jóvenes
dejan la Iglesia?
ROMA, lunes 28 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- Se sabe que muchos jóvenes dejan de asistir con frecuencia a la Iglesia. En el libro You Lost Me: Why Young Christians are Leaving the Church … and Rethinking Faith, (“Me has perdido: ¿por qué los jóvenes dejan la Iglesia… y se replantean la fe”), de Baker Books, se analiza una investigación estadística efectuada por el grupo Barna para descubrir cuáles son las razones por las que los jóvenes se alejan de la Iglesia.
Los autores, David Kinnaman y Aly Hawkins, han trabajado con una amplia gama de datos estadísticos y han indicado tres problemas que hay que considerar cuando se observa la situación de los jóvenes:
1. Las iglesias se comprometen con los adolescentes pero después de la confirmación muchos jóvenes no vuelven y pocos comienzan a participar como adultos seguidores de Cristo.
2. Los motivos por los que las personas abandonan la Iglesia son distintos, por tanto es importante no generalizar sobre las nuevas generaciones.
3. Las iglesias tienen una cierta dificultad en la formación de una nueva generación que siga a Cristo, a causa de una cultura que cambia con mucha velocidad.
Kinnaman explicó que no se trata de una diferencia generacional. No es verdad que hoy los adolescentes sean menos activos en la Iglesia que en tiempos anteriores. De hecho cuatro de cada cinco adolescentes en América pasan parte de su infancia y adolescencia en una congregación cristiana o en una parroquia. Lo que sucede es que la formación no es bastante profunda y se diluye cuando se llega cerca de los veinte años.
Tanto para los católicos como para los protestantes la franja de edad de la veintena es la menos comprometida cristianamente, con independencia de su anterior experiencia religiosa.
El problema principal es la relación con la Iglesia. Más que luchar con la fe en Cristo, los jóvenes dejan de participar institucionalmente.
Un factor importante que influencia a los jóvenes actuales es el contexto cultural en el que viven. Ninguna otra generación de cristianos, sostuvo Kinnaman, ha vivido cambios tan profundos y rápidos en el ámbito cultural.
En el transcurso de las últimas décadas ha habido enormes cambios en los medios de comunicación, en la tecnología, en la sexualidad y en la economía. Esto ha llevado a un grado mucho mayor de complejidad, fluidez e inseguridad en la sociedad.
Teniendo en cuenta estos cambios, Kinnaman usó tres conceptos para describir la evolución de esto: acceso, alienación y autoridad.
Por lo que respecta al acceso, destacó que el surgimiento del mundo digital ha revolucionado el modo en que los jóvenes se comunican entre ellos y obtienen informaciones. Esto ha llevado a cambios significativos en el modo en que la generación actual se relaciona, trabaja y piensa.
Esto tiene un lado positivo, en el sentido en que Internet y los instrumentos digitales han abierto inmensas oportunidades para difundir el mensaje cristiano. Sin embargo no hay más acceso a otras visiones culturales y de valores, con una reducción de la capacidad crítica de valoración.
En relación con la alienación, Kinnaman observó que muchos adolescentes y jóvenes adultos sufren un aislamiento en sus familias, comunidades e instituciones. El alto número de separaciones y de divorcios, así como de nacimientos fuera del matrimonio hacen que sean cada vez más las personas que crecen en ámbitos no tradicionales, es decir en contextos donde la estructura familiar no existe.
Según Kinnaman, muchas iglesias no disponen de soluciones pastorales para ayudar de un modo eficaz a los que no siguen el recorrido tradicional hacia la edad adulta.
Además, muchos jóvenes adultos son escépticos sobre las instituciones que en el pasado modelaron la sociedad. Este escepticismo se transforma en desconfianza hacia la autoridad.
Una tendencia al pluralismo y la polémica entre las ideas contrastantes prevalece sobre la aceptación de la Escritura y de las normas morales.
Kinnaman destacó que la tensión entre la fe y la cultura y un debate animado puede tener un resultado positivo, nuevos enfoques por parte de las iglesias.
Analizando las causas del alejamiento de las iglesias por parte de los jóvenes, Kinnaman admitió que esperaba encontrar una o dos grandes razones, sin embargo descubrió que hay una gran variedad de frustraciones que lleva a las personas a abandonar.
Algunos consideran su iglesia como un obstáculo a la creatividad y la auto-expresión. Otros se aburren a causa de enseñanzas superficiales y lugares comunes.
Los más intelectuales perciben una incompatibilidad entre fe y ciencia.
Por último está la percepción de que la Iglesia impone reglas represivas por lo que respecta a la moral sexual. Además las actuales tendencias culturales que enfatizan la tolerancia y la aceptación de otros valores se enfrentan con la pretensión del cristianismo de poseer la verdad universal. Otros jóvenes cristianos dicen que su iglesia no les permite expresar dudas. Y que las respuestas a estas dudas no son convincentes.
Kinnaman descubrió también que en muchos casos las iglesias no consiguen instruir a los jóvenes de una forma profunda. Una fe superficial deja a los adolescentes y a los jóvenes adultos con un conjunto de creencias vagas y una incoherencia entre la fe y su vida cotidiana. Consiguientemente muchos jóvenes consideran el cristianismo como aburrido e irrelevante.
Al final del libro Kinnaman da algunas recomendaciones sobre cómo solucionar la pérdida de tantos jóvenes. Hay una necesidad de cambio en el modo en el que las viejas generaciones se refieren a las generaciones más jóvenes.
También invitó a redescubrir el concepto teológico de vocación con el fin de favorecer una consideración más profunda por parte de los jóvenes de lo que Dios tiene en mente por su vida.
Finalmente, Kinnaman destaca que necesitamos dar prioridad a la sabiduría respecto a las informaciones. “Sabiduría –explicó- significa la capacidad de relacionarse correctamente con Dios, con los demás y con la cultura”.
Por el padre John Flynn, LC
[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]