Momento cumbre de la misa
Cuando participes de la misa, presta suma atención en el momento cumbre del gran prodigio de amor. Toda la misa converge en este momento sublime: para este momento supremo viven todos los sacerdotes y para esto se celebra la misa. Sin la consagración, la misa no sería misa. Vive conscientemente este gran acontecimiento y agradécelo a Dios.
Cuenta el P. Ángel Peña: “Un sacerdote, amigo mío, me relató lo que le había pasado un día en el momento de la consagración del vino. En ese momento, ante sus ojos asombrados, vio cómo el vino del cáliz empezó a burbujear y miles de burbujas se movían, mientras decía las palabras: Este es el cáliz de mi sangre... Así Dios le hizo entender, de un modo extraordinario, la maravillosa realidad de la conversión del vino en su sangre divina. A partir de ese momento, su fe en la Eucaristía se reafirmó para siempre. Procuremos, en esos momentos, estar de rodillas ante nuestro Dios. No seamos meros espectadores indiferentes. Alguien ha dicho que nunca es el hombre más grande que cuando está de rodillas”.
Santa Margarita María Alacoque cuenta en su autobiografía que su ángel de la guarda: “no soportaba la menor falta de devoción o de respeto ante Jesús sacramentado, delante del cual lo veía postrado en tierra y deseaba que yo hiciese lo mismo”. ¡Oh, si pudiésemos ver lo invisible del mundo espiritual! Que vivas con fervor y fe estas sublimes realidades.
* Enviado por el P. Natalio