El corazón no puede cerrarse

Por: Laura Aguilar R.

Seguramente habrás visto o escuchado sobre lo que sucede en Siria y seguramente después de escucharlo o verlo en el noticiero entre muchas otras noticias dijiste: "pobrecitos" cuando asesinaron enfrente de cámaras a periodistas.
Después cuando sucedió un ataque en Francia a un periódico que protestaba contra la "musulmanización", no supiste ni de qué se hablaba.
Tal vez has escuchado de los refugiados en Europa procedentes de Siria.. o quizás no, como sucede con la mayoría de los asistentes a la misa adonde acudo.

Es realmente impresionante ver filas de personas dejando sus hogares, su país alejándose de la violencia contra ellos por ser cristianos.
Muchos otros, sin serlo, también buscan salir huyendo de la violencia.

Ahora empiezan a escucharse cosas similares en Pakistán, en Nepal. Cristianos siendo acosados a causa de su fé.

Es cierto que sucede muy lejos de nuestra casa. Es cierto que nos hemos acostumbrado a escuchar de guerras, ataques como el que Rusia está haciendo contra el Estado Islámico, pero también es cierto que son personas las que están sufriendo, que buscan una vida mejor, o por lo menos con paz.

Son cerca de 4 millones!!! de personas las que se pusieron en marcha desde hace 3 años.

Había yo leído de algo parecido cuando India fué dividida en 2: India y Pakistán. Trenes iban de un lado a otro con personas musulmanas hacia Pakistón y personas hindues y otras nominaciones hacia India.
Todo un país moviéndose!!!

Ahora suce algo parecido. Y es increíble, además de triste.
Y es preocupante también porque es un alud de personas. Distintos países se han ofrecido a recibirlos. Entre ellos, varios países latinoamericanos.

Espero que México también abra sus puertas una vez más a las personas que sufren.
Es hora de "echarle más agua a los frijoles" como decimos por acá.

Sean cuales sean las circunstancias por las que abandonan sus hogares, de una cosa estoy segura: Nadie deja su país, su hogar por su gusto, sin haber hecho hasta lo imposible por permanecer en él.
Por lo menos, a mí me sucedió cuando dejé el lugar donde nací, crecí y viví por 36 años.

Dios mueva corazones bondadosos, generosos para ayudar a éstas personas, como hemos sido ayudados también nosotros en muchas ocasiones.