Juzgar a los demás?

Este tema me hizo reflexiionar bastante.
Por un lado, no me gusta juzgar a las personas porque no me siento merecedora de hacerlo. Soy pecadora también y trato de entender a las personas antes que juzgarlas.
Sin embargo, fuí durante mucho tiempo el juez más inflexible de mí misma. Para con los demás siempre encontré una disculpa para sus errores, pero para mí misma no. El buen juez por su casa empieza y trato de aplicarlo a mí.

La mayoría de las personas son distintas. Juzgan a los demás con severidad y a sí mismas se permiten todo.

No me preocupa que otros me juzguen porque Dios nos dice que aquellos que hacemos su Voluntad estamos en su Gracia y su Espíritu santo pondrá en nuestra boca las palabras justas.

Sin embargo, si me preocupa el hecho de juzgar a otros, porque como dice la Palabra de Dios:

Mt.7, 2 -Pues Dios os juzgará de la misma manera que vosotros juzguéis a los demás; y con la misma medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros.

Es por éso que no me gusta juzgar a los otros, aunque sí procuro hacerles notar sus errores.

¿Qué es juzgar a los demás?
Antes para mí, el juzgar a otro era ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Ahora pienso que el juzgar es discernir entre lo bueno y lo malo y tomar una decisión después, haciendo buen uso del libre albedrío que Dios me ha dado.

El ver que cometen errores no es juzgarlos. El hacerles notar sus errores no es ni criticarlos, ni mucho menos juzgarlos. Antes bien, Dios mismo me ordena llamarles la atención o sea, hacerles notar que están en un error. Por su propio bien y el mío.

Buscando en la Biblia encuentro:
Ez 3, 16-21-
"Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, tú les advertirás de parte mía... Si tú, en cambio, adviertes al justo para que no peque y el justo no peca, él vivirá porque ha sido advertido, y tú habrás salvado tu vida

Aquí me doy cuenta de un error que cometo muchas veces.
Veo a personas cometer equivocaciones y trato de reconvenirlas o de hacérselos notar. Sin embargo, me dice la Palabra de Dios: "Si adviertes al justo y éste no peca, él vivirá porque ha sido advertido y tú habrás salvado tu vida".

He ahí el porqué algunas veces me equivoco. Bien dicen que "dime con quien andas y te diré quien eres". Si yo me junto con personas que no profesan la misma fé o que no creen lo mismo que yo, o que no viven de una manera parecida a la mía, difícilmente entenderán mis razones.

Esto definitivamente no quiere decir que no tenga relaciones con personas que profesan otras creencias o viven de maneras distintas. Simplemente con ellas no conviene discutir sobre mis creencias. Tampoco debo pedirles consejo o contarles mi vida, porque no van a entenderme. Con ellas debo hacer lo que hacía Jesús: hablarles en parábolas o sea, poniéndoles ejemplos que ellos puedan entender. Me dice Jesús que debo ser "manso y humilde" como El. También me dice que El es el Camino, la Verdad y la Vida.
Y como El es el Camino, debo seguir ése camino y tratar de seguir su ejemplo.

Jesús a sus discípulos les explicaba sus palabras más ampliamente, respondía a sus preguntas y resolvía sus dudas. Les llamaba la atención si los veía cometer errores. Con ellos no usaba parábolas. Eso es lo que yo debo hacer.

1 PEDRO 4;17
Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios y si primero comienza con nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al Evangelio de Dios? Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?

Estas palabras continuan ayudándome en la reflexión sobre el juzgar a los demás. Antes de juzgar a otros, debo empezar por ver la paja en mi propio ojo. Y ver en qué me equivoco. Por éso me gusta reflexionar sobre la Palabra de Dios y escudriñarla como El mismo nos dice.

Definitivamente no quiero ser impío ni pecadora. ¿Porqué?
Porque no me gusta ver sufrir a los demás y en los demás está Dios. Jesús mismo nos dice que en los enfermos, en los que sufren, en los que lloran, en los que tienen hambre y sed está El y que quien ayude a ésos, lo ayuda a El.

"Nadie viene a mí si mi Padre no lo llama" nos dice también la Palabra de Dios. Jesús nos dice que quien lo ve a El, ve al Padre porque son uno mismo. Entonces Jesús llama y toca a la puerta. Y si yo quiero seguir a Jesús, también toco a la puerta en su Nombre y llevando Su palabra en los labios.

Lucas 12
8 Les aseguro que a aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. 9 Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.

A Jesús lo reconoce uno ante los demás cuando damos testimonio con nuestras palabras de que somos sus seguidores, cuando no nos escondemos para ir a la Iglesia, cuando damos testimonio con nuestros actos de que somos fieles a sus enseñanzas.

De igual manera si lo llevo a mi vida y a mi ámbito, si alguien me reconoce ante los demás como su amigo, será mi amigo. Si me reconocen como vecino, será tratado como vecino. Si me reconoce como su cliente, será tratado como mi vendedor. Si me reconocen como tía, serán tratados como sobrinos, etc.

Esto puede tener varias interpretaciones. Si alguien me dice delante de otras personas que no le simpatizo, pues entonces es cierto y por lo tanto, no hay camino para una amistad.


Algunas personas acostumbran decir algo a solas y delante de los demás dicen todo lo contrario o simplemente no lo dicen. Esto es hipocresía definitivamente y tampoco son personas con las cuales quiera estar.

Lucas 12-10- El que blasfeme contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Esta parte no tiene ni qué explicarse definitivamente. Jesús al resucitar y subir al cielo, prometió enviar su Espíritu Santo para guiarnos. Entonces es Jesús mismo quien está con nosotros. Y El mismo nos dijo: "El que sea perseguido por mi causa, bienaventurado".

Lucas 12-11 y 12
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir"


Esto es bien cierto y lo he comprobado en mi propia vida. Definitivamente el Espíritu Santo lo guia a uno en todo momento si uno se lo pide. El Espíritu santo ha puesto en mis labios palabras que nunca pensé decir o que nunca hubiera dicho de no tener confianza en El.

Deuteronomio, 1:17-
"No hagáis distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis."
Dios nos ha dado libre albedrío para nuestra vida. Esa es la maravilla de su Amor. El escucha nuestras oraciones, nuestras súplicas no importando si somos ricos o somos pobres, si somos ancianos o somos niños. El no distingue entre sus hijos a ninguno por sobre los demás.


De tal manera yo no debo hacer distinciones entre las personas.





Si mi hijo menor me dice algo, no por ser menor de edad lo voy a dejar de escuchar de igual manera que escucho a un anciano o a una persona adulta. Con el mismo respeto debo tratar a uno que al otro.






SALMOS 37:5-6
5 Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.
6 Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía
.





Esta es mi esperanza y mi petición a Dios. Le pido siempre que ilumine mi camino y me dé la fé o confianza que necesito para creer en El.





Amén.




< div ALIGN: center">Medito la Palabra de Dios

Isaías 55, 10-11 “Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que de semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”



Ezequiel 33, 7 “A ti, hijo de hombre, te he puesto de centinela en la casa de Israel; cuando escuches una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte”.



¿Qué ves en la noche, dinos centinela?






Dios como un almendro con la flor despierta
Dios que nunca duerme busca quien no duerma
y entre las diez vírgenes sólo hay cinco en vela

Gallos vigilantes que la noche alertan
Quien negó tres veces otras tres confiesa
y pregona el llanto lo que el miedo niega

Muerto le bajaban a la tumba nueva
Nunca tan adentro tuvo al sol la tierra

Daba el monte gritos, piedra contra piedra

Vi los cielos nuevos y la tierra nueva

Cristo entre los vivos, y la muerte muerta
Dios en las criaturas, ¡y eran todas buenas

Himno de la Liturgia de las Horas.