¿Quién es Dios para mí?

"Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo este con todos ustedes"

¿Quién es Dios para mi?

Antes de nuestras ideas, de nuestros sentimientos, de nuestros rencores, de nuestras lágrimas, Dios merece no sólo que lo busquemos, también debemos abrirle nuestro corazón. Siempre esta llamando a la puerta de nuestro corazón, pero ¿qué sucede?

Cuando leemos u oímos la palabra “Dios” surgen reacciones diferentes según la disposición de cada uno.

Para algunos, Dios sería una idea del pasado, llamada a desaparecer conforme avanza el mundo de la ciencia y de la racionalidad. La tecnología no es que sea mala o vaya en contra de la Fe, al contrario, recientemente decía S.S. Benedicto XVI, no hay oposición entre la fe y la ciencia. Lo que sucede con algunos que entre mas inteligentes nos creemos, menos creemos en Dios, Dios sería “alguien” en quien no vale la pena pensar, ni siquiera para negar su existencia.

Para otros, Dios es un ser problemático, que seguramente existe, pero “incapaz” de resolver miss problemas o de hacer algo por ayudar a los hombres en sus dramas casi infinitos. Pues no hace lo que yo quiero y no cumple mis caprichos.

Para otros, Dios es un recuerdo de la infancia, alguien que tuvo su lugar en la propia vida. Con el pasar del tiempo, se fue “evaporando”, a medida perdía la inocencia y “sabía” mas, quedó tras las cortinas, mientras la familia, los problemas, los estudios, el trabajo, las fiestas y las prisas de la vida ocupaban todo el espacio de la mente y del corazón.

Para otros, Dios es un recurso de emergencia, alguien a quien se acude cuando llega un accidente, cuando muere un ser querido, cuando la enfermedad empieza a destruir el propio cuerpo o el de un familiar, cuando falta dinero para pagar las cuentas de la casa. Solo lo busco cuando lo necesito.

Para otros, Dios es un enemigo, un rival que limita las posibilidades humanas, que crea conflictos, que promueve guerras, que amenaza con rayos y con infiernos a los seres humanos sometidos a un poder despótico y arbitrario. Un Dios justiciero. Y si Dios existe, ¿por qué suceden o permite tantas cosas? Se nos olvida en la mayoría de los casos que nosotros mismos somos los responsables de lo que sucede.

Para otros, Dios es una esperanza incierta. Alguien que uno desearía que existiese, pero que no sabemos si está más allá de los cielos y más adentro del corazón, más cerca del aire que nos rodea y más lejos que las constelaciones más remotas. Y no nos damos cuenta tan siquiera que esta dentro de nosotros, esperando que dejemos nuestra ceguera y abramos los oídos para poder mirarlo y escucharlo

Para otros, Dios es un Amigo cercano, presente, vivo, que enciende amores, que suscita esperanzas, que levanta los ánimos en las pruebas, que lleva a mirar más allá de la muerte, que salva y que resucita del pecado y de la angustia humana, que promueve el amor y la justicia entre los hombres. Un amigo con el cual disfrutamos los buenos momentos, los tiempos de alegría.

Es bueno, en el camino de la vida, que nos planteemos esta pregunta sobre Dios. Porque por encima de nuestras ideas, de nuestros sentimientos, de nuestros rencores, de nuestras lágrimas, Dios merece no sólo una búsqueda, sino la apertura del corazón ante lo más sublime, lo más bello, lo más grande, lo más poderoso; ante Aquel que da sentido al mundo y al hombre, que invita al amor y a la alegría, que permite el que cada uno de nosotros, este día, estos instantes, podamos abrirnos a su Presencia y dejarle penetrar, cariñosamente, libremente, respetuosamente, en nuestras almas, en nuestros pensamientos, en nuestras obras y acciones.

mauricio

"Cuando sientas que ya no sirves para nada, todavía puedes ser Santo". (San Agustin)